DIRECTO AL CORAZÓN SIN ESTACIONES INTERMEDIAS

Espero que este blog sea como un paréntesis del ajetreo en que se ha convertido nuestra vida. Que el buen humor, y la poesía nos acompañen.






Dijo alguien que para andar mil kilómetros sólo hay que decidirsa a dar el primer paso. Espero que tú y yo hagámos muchos kilómetros juntos.








viernes, 20 de febrero de 2015

FIBROMIALGIA






Estaba sola, tumbada en la cama, contemplando a través de la ventana el paso de las nubes.
De vez en cuando, la silueta de una gaviota que casi rozaba los cristales venía a recordarle que había vida fuera de las paredes de su casa.

Muy pocos de sus amigos se había dignado a hacerle una visita, o una corta llamada de teléfono. Agradecía mucho el detalle de los que lo habían hecho, pero echaba de menos a más de uno de esos “amigos”. Pensaba que no era mucho pedir un… “Hola, ¿como estás?” aunque hubiera sido sólo por corresponder a los muchos ánimos que ella había dado a más de uno en los momentos duros.
Bueno, tampoco pedía ningún pago. La generosidad no viene con etiqueta ni fecha de caducidad. Cada uno tenía sus problemas y responsabilidades.

La verdad es que se sentía un poco olvidada.

Sabía que estos pensamientos eran sólo a causa de su dichosa enfermedad, y de la tristeza y depre de las que viene acompañada; por eso mismo sacudió la cabeza como queriendo quitarse de encima algo molesto y siguió mirando por la ventana.

Pasaban los días despacio, despacio… parecían cada vez más largos, como si las horas hubieran aumentado el número de sus minutos.

El dolor que la torturaba seguía allí, como si nunca fuera a ceder. Cada movimiento, cada respiración era un gran esfuerzo.
Quería encontrar algún recoveco de su cuerpo que no le doliera, pero parecía misión imposible. Ya se había acostumbrado a más de un dolor, pero este que no la dejaba andar, que, tan sólo el esfuerzo de levantarse de la cama o el sillón para ir al cuarto de baño se convertía en una odisea, era uno de los que más temía. El sólo hecho de cambiar de postura en la cama tenía que pensarlo más de dos veces.

Pero la gaviota  volaba una y otra vez haciendo círculos ante su ventana, provocándola con su vuelo.

Su marido la cuidaba solícito y cariñoso y eso era un regalo del cielo, aunque le costaba acostumbrarse a que la cuidaran. Ella había sido siempre la que tiraba del carro, la fuerte de la familia, la que no se permitía decaer ni un momento. Quizás lo que ahora le pasaba era, precisamente, la consecuencia de ese tirar del carro desde que su mente recordaba.
Ya había estado otras veces así, pero esta vez el dolor no cedía, parecía que se iba a quedar para siempre de esta guisa.

Recordó el cuento del anillo del rey y vio como grabada en su mente la inscripción de dicho anillo… RECUERDA QUE ÉSTO TAMBIÉN PASARÁ”, y una sonrisa se asomó a su cara.

La valentía de la que siempre había hecho gala volvió  a su espíritu y se dijo a sí misma que si no pasaba, ya encontraría la manera de vivir con ello, aprender y convertirlo en una herramienta, como había hecho con todo lo negativo en su vida.

Como quien despierta de un mal sueño, se quitó los auriculares de MP3 en el que sonaban las notas lastimeras de un violín y, como pudo, apoyada en las muletas logró llegar hasta su escritorio; cogió una libreta y un lápiz y volvió a la cama, en la cual se acomodó como pudo y comenzó a escribir…

Estaba sola, tumbada en la cama, contemplando a través de la ventana el paso de las nubes…



Nieves Buscató